miércoles, 19 de septiembre de 2007

Ernest Heminguay: Mi vida, la mejor aventura

Por: Piero Mendoza

No soy un fanático de la lectura, no porque simplemente no me guste leer, sino que soy muy limitado y exigente con los temas que escojo, no me gusta tanto la ciencia y ficción, ni la fantasía, ni el terror; entre mis favoritos se encuentran las novelas autobiográficas (por decirlo de algún modo), en donde los autores cuentan y crean sus historias a partir de anécdotas, sucesos y cosas de su vida, esas experiencias siempre me llenan, siento que es un campo en donde el autor fácilmente puede transmitirte diferentes sensaciones y recuerdos, por la simple razón de que él las ha vivido.

Hemingway, posee un estilo en donde la narración parece un larguísimo reportaje o columna de algún diario; su experiencia como periodista fue vital para pulir su estilo y caracterizarlo por ser muy claro, directo sin muchos recursos estilísticos, ni adornos y con descripciones breves pero suficientes para hacerse entender.

Hemingway, Hemingway, Hemingway, (graben el nombre) leer a Ernest Hemingway y mas aun conocer su historia me gustó, él fue un hombre que disfrutaba al máximo de la vida, aprovechar al máximo cada minuto era su ley, gran bohemio.

Simplemente hizo de todo, no es que exagere, en verdad lo hizo, es una de las historias más simpáticas que he investigado sobre la vida de un novelista y entre los hechos más impactantes que llaman mi atención es que antes de los quince años manejaba perfectamente una escopeta de caza; a los quince participó en el diario escolar y practicó box, experiencia que marcó parte de su vida al retirase de ésta con un ojo dañado.

Antes de cumplir los diecinueve participó como voluntario en la cruz roja, fue torero, pescador y lava platos y ello no significó un problema para él, ya que en ese tiempo necesitaba dinero para poder pagar sus estudios en la universidad.

Como voluntario viajó a Milán para conducir ambulancias, fue herido de gravedad y llevado al hospital de la ciudad, donde se enamora de su enfermera y justamente el se inspira en ella para crear una de sus primeras obra “Adiós a las Armas”.

Regresó a los Estados Unidos con una medalla al valor militar por su hazaña. En su pueblo natal trabajo en dos diarios: el the Kansas City Star (antes de ir a Italia) y el Toronto Star (al regresar de Italia)

Vuelve a viajar, esta vez acompañado de su esposa y su hijo Bumby con dirección a Paris; al poco tiempo se separa de ella y dedica su tiempo a escribir.

La guerra fue un hecho que lo acompañó toda la vida, la primera y la segunda guerra mundial marcaron un carácter muy emotivo en sus obras y es en Paris donde logra contactarse con otros escritores para formar la famosa “THE LOST GENERATION” (la generación perdida) la cual tenía un carácter de total rechazo a la guerra y a la terrible situación en la que se encontraba ese continente. España, EE.UU. y África fueron sus principales estancias hasta que, al pasar la segunda guerra, parte para Cuba y se instala en la Finca Vigía.

No escribe nada durante 10 años, hasta que en 1952 da a luz una de sus mejores obras, o la mejor, “EL VIEJO Y EL MAR”, que significó para Hemingway, el aprecio de los pescadores de Cuba, un premio Pulitzer (1953) y un Nóbel (1954).
El final de su vida fue muy triste una crisis nerviosa lo llevó a suicidarse con una de sus escopetas favoritas.

Esa es una peculiar historia llena de aventura, es para mí la mejor carta de presentación, no sé que tanto les haya impactado pero este autor posee un “currículo” formidable.

Bueno, para todos los que disfrutan de la lectura y hasta los flojos o los que no leen por que no se dan un tiempo (como en mi caso), solo les digo, prueben con Hemingway, es más que seguro que les gustará.

3 comentarios:

Encinas Literario dijo...

Es satisfactorio leer un trabajo que transmite una experiencia personal tan rica con la literatura...te felicito :)

ARLINDA ROCIO dijo...

Es un trabajo que me cautivó mucho por el grado de conexión que tienes con el autor. muy bien Piero.

falckogaden dijo...

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